Por Sara Sariol Sosa
Según ha aprobado el Comité de Huracanes de la Región
IV, de la Organización Meteorológica Mundial, a la cual pertenece Cuba, a
partir de la temporada ciclónica que casi toca a nuestras puertas, esos
fenómenos mal venidos y no invitados, acogerán algunas modificaciones en su
clasificación.
De acuerdo con los dispuesto por ese organismo, los
ciclones se clasificarán en depresión tropical cuando los vientos máximos
sostenidos promediados en un minuto, sean inferiores a los 63 kilómetros por
hora, tormenta tropical si varían de 63
a 118 kilómetros por hora y huracanes cuando igualen o excedan los 119.
Los huaracanes, dado los cambios aprobados, tendrán categoría uno si sus vientos máximos
sostenidos van de 119 a 153 kilómetros por hora; los de categoría dos serán
como hasta ahora los de vientos de hasta 177 kilómetros por hora; y los de categoría
tres pueden traer vientos de hasta 208 km/h.
Aquellos con vientos de hasta 251 km/h serán categoría cuatro, y los de
categoría cinco a partir de los 252 km/h.
La información al respecto, publicada en la prensa
nacional, incluye los nombres previstos
para los ciclones tropicales de este año, y la decisión de retirar en nombre de
Sandy a emplear en la temporada de 2018, por los serios daños (147 muertes) aquel fenómeno provocó el pasado año en nuestro país, Estados
Unidos, Haití y otras naciones.
El nombre de Sandy será sustituido por Sara, decisión que en nada me agrada, pero como no soy quién para variarla, al menos les
aseguro que rezaré desde ahora para que el que lleve mi nombre sea el ciclón más suave
que se haya formado, o en todo caso traiga vientos fuertes y bien cargados de
esperanza y hermandad, y los arremeta con furia en nuestras conciencias y
corazones. Tanto precisamos de esos sentimientos en los convulsos tiempos que vivimos.
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