viernes, 31 de mayo de 2013

En 2018 seré un ciclón




Por Sara Sariol Sosa
Según ha aprobado el Comité de Huracanes de la Región IV, de la Organización Meteorológica Mundial, a la cual pertenece Cuba, a partir de la temporada ciclónica que casi toca a nuestras puertas, esos fenómenos mal venidos y no invitados, acogerán algunas modificaciones en su clasificación.
De acuerdo con los dispuesto por ese organismo, los ciclones se clasificarán en depresión tropical cuando los vientos máximos sostenidos promediados en un minuto, sean inferiores a los 63 kilómetros por hora, tormenta tropical si varían  de 63 a 118 kilómetros por hora y huracanes cuando igualen o excedan los 119.
Los huaracanes, dado los cambios aprobados,  tendrán categoría uno si sus vientos máximos sostenidos van de 119 a 153 kilómetros por hora; los de categoría dos serán como hasta ahora los de vientos de hasta 177 kilómetros por hora; y los de categoría tres pueden traer vientos de hasta 208 km/h.  Aquellos con vientos de hasta 251 km/h serán categoría cuatro, y los de categoría cinco a partir de los 252 km/h.
La información al respecto, publicada en la prensa nacional,  incluye los nombres previstos para los ciclones tropicales de este año, y la decisión de retirar en nombre de Sandy a emplear en la temporada de 2018, por los serios daños (147 muertes) aquel fenómeno provocó el pasado año en nuestro país, Estados Unidos, Haití y otras naciones.
El nombre de Sandy será sustituido por Sara, decisión  que en nada me agrada, pero como no soy quién para variarla, al menos les aseguro que rezaré desde ahora para que el que lleve mi nombre sea el ciclón más suave que se haya formado, o en todo caso traiga vientos fuertes y bien cargados de esperanza y hermandad, y  los arremeta con furia en nuestras conciencias y corazones. Tanto precisamos de esos sentimientos en los convulsos tiempos que vivimos.

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