miércoles, 29 de mayo de 2013

Bayamo, débito en perpetuidad



Bayamo actual
Sara Sariol Sosa
Foto Luis Carlos Palacios
Cuando en noviembre venidero Bayamo, de raíz india y no española, celebre sus 500 años, incluirá en el recuento de su existencia, obligadamente, esa suerte de débito perenne que le ha correspondido no solo con la historia y la cultura de la nación, sino también con su progreso económico.
Segunda villa española en Cuba, su fundación está vinculada con el poblado de Yara y el intrépido cacique Hatuey, incinerado vivo en la hoguera por guiar la rebelión de los nativos contra los colonizadores.
Fue en esos predios donde quedó asentado San Salvador, nombrado así por la presunción de los conquistadores de que con la muerte del indio rebelde estaba a salvo la conquista.
Mas, aquella barbarie solo consiguió alimentar la leyenda conocida como la Luz de Yara, leyenda que ha trascendido con dos tesis: una relacionada con la india de igual nombre que asediada por los colonizadores se abrazó a Hatuey en medio de las llamas y al quemarse desprendió un inmenso haz; la segunda sostiene que aquel fulgor aparecido en lo alto por las noches, no era sino el gran cacique guiando aún a los nativos a la batalla por su dignificación.
Tiempo después la villa fue traslada al cacicazgo aborigen de Bayamo, presumiblemente establecido por los primitivos 300 años o más antes de la llegada de los españoles, por lo cual entonces –defiende el investigador Aldo Daniel Naranjo- solo fue bautizado forzosamente a la castellana, pues ya existía como población superior y más avanzada a otras de su misma categoría.
Desde entonces a Bayamo, desprovista de costumbres nómadas, y con conocimientos amplios de la cerámica, la pesca, la agricultura, el uso de plantas medicinales y la construcción de bohíos y caneyes, ya la vida le había otorgado un compromiso ineludible con el progreso del marco geográfico donde nació.
BONDADES
Su nueva ubicación buscaba aprovechar, entre otras razones, las bondades del río y de tierras ricas en minerales.
Como Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, fundada un año antes, y las villas que le sucedieron (la Santísima Trinidad, Sancti Spíritu, San Cristóbal de La Habana, Puerto Príncipe y Santiago de Cuba), San Salvador de Bayamo, fue utilizada por los españoles para controlar el territorio conquistado.
Desde estos asentamientos, que en su mayoría cambiaron su primitiva ubicación, iniciaron aquellos la explotación de los recursos de la Isla.
La actividad económica se sustentó en el trabajo de los indígenas, entregados a los colonos por la Corona mediante el sistema de "encomiendas", una especie de concesión personal, revocable y no transmisible, mediante la cual el colono se comprometía a vestir, alimentar y cristianizar al indio a cambio del derecho de hacerlo trabajar en su beneficio.
En estos primeros años de la colonia, fue la minería el renglón económico fundamental, específicamente la extracción de oro, en lo que se emplearon indios encomendados y también esclavos negros que, al decir de los investigadores, se integraron desde muy temprano al conglomerado étnico que siglos después constituiría el pueblo cubano.
Mas, los lavaderos de esa riqueza se extinguieron rápidamente y la población se redujo de manera drástica, incluidos los españoles que llegaron en varias y sucesivas expediciones para la conquista del continente. Fue la ganadería la que se ubicó entonces en la principal fuente de riqueza aquí y en toda Cuba.
En lugar del oro, la carne salada y los cueros constituyeron las mercancías casi exclusivas con que los escasos colonos se incorporaron a los circuitos comerciales del naciente imperio español.
Para ese momento, Cuba y sus villas no pudieron escapar al saqueo de corsarios y filibusteros franceses, holandeses e ingleses que asolaron el Caribe, capturaron navíos y desvalijaron ciudades y poblados, piratería que condujo a guerras, y sin embargo, arrojó sus ventajas.
Para resguardar el comercio, España decidió organizar grandes flotas que tendrían como punto de escala obligado el puerto de La Habana, estratégicamente situado al inicio de la corriente del Golfo.
Las frecuentes visitas de comerciantes y viajeros, y los recursos destinados a financiar la construcción y defensa de las fortificaciones (tal fue el caso del Castillo del Morro) que guarnecían la bahía habanera, se convertirían en una vital fuente de ingresos para Cuba.
Pero los pobladores de las regiones alejadas, excluidos de tales beneficios, se vieron obligados a apelar a un lucrativo comercio de contrabando.
Para evitar esos intercambios, las autoridades coloniales terminaron por enfrentarse a los vecinos, principalmente los de la villa de Bayamo, quienes con su sublevación de 1603, expresaron sus intereses contrarios a los del gobierno metropolitano.
En esa disputa se inspiró el poema Espejo de Paciencia, documento originario de la historia literaria cubana.
Hacia 1868 el país se encontraba ante una posible crisis sin solución bajo la dominación española, por la existencia de la esclavitud en la industria azucarera, la cual había tomado auge, y las crisis económicas mundiales de 1857 y 1866, que provocaron la caída de los precios del azúcar.
Tributaron, asimismo, a tal situación la supresión casi total de los créditos, en momentos en que era preciso un intenso proceso inversionista para modernizar técnicamente la producción azucarera. Pero a España, enfrascada en la reconquista de territorios latinoamericanos, y al margen de las necesidades económicas de la Isla, solo le interesaba resolver sus dificultades a costa de sus colonias.
La explotación económica en que España mantenía sumida a Cuba, se agravó, y llegó a ser crítica en el centro y oriente del país. Bayamo, poseedor de un sentimiento nacional más avanzado, con respecto a otras zonas cubanas, también respondió primero a esa batalla por el progreso.
EL MISMO DÉBITO
Fue a partir de los años 40 y en lo fundamental después de 1959, que la ciudad muestra un crecimiento importante en todas las esferas económicas y sociales.
Corroboran tal ascenso el gran número de entidades levantadas en este sector (55 empresas, 49 unidades presupuestadas y 56 establecimientos), dedicadas a la producción de cultivos varios, elementos mecánicos, arroz, azúcar, tabacos, galletas, lácteos, materiales de la construcción, surtidos cárnicos, bebidas, refrescos, huevos, carne de ave, porcina y vacuna…
Todas esas organizaciones, muchas de las cuales garantizan producciones exclusivas en el país, como líquidos orales y algunos productos lácteos, están integradas hoy en una coherente estrategia para elevar los niveles de vida del pueblo.
El pasado año, el municipio, el de mayor importancia de la provincia de Granma, con un peso fundamental en la economía territorial, se posesionó como el primero en alcanzar superávit económico, amén de cuánto le falta por conseguir en el camino de la eficiencia, la productividad, y la responsabilidad de algunas entidades que no logran concretar sus metas.
Al menos hasta noviembre, cuando la ciudad cumplió sus 499 años, alcanzó una producción mercantil de 815 millones 582 mil 200 pesos, con un crecimiento significativo con respecto a lo proyectado y lo real alcanzado en igual etapa precedente; creció 2,6 por ciento en la productividad y excedió las exportaciones, por solo citar algunos indicadores y renglones.
Pero Bayamo, a las puertas de sus cinco siglos de existencia, se ha propuesto aprovechar más sus potencialidades económicas y sus fortalezas humanas, un débito que le asiste desde el instante mismo de su nacimiento, pues fue, es, y seguirá siendo, el timonel de Granma.

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