viernes, 31 de mayo de 2013

En 2018 seré un ciclón




Por Sara Sariol Sosa
Según ha aprobado el Comité de Huracanes de la Región IV, de la Organización Meteorológica Mundial, a la cual pertenece Cuba, a partir de la temporada ciclónica que casi toca a nuestras puertas, esos fenómenos mal venidos y no invitados, acogerán algunas modificaciones en su clasificación.
De acuerdo con los dispuesto por ese organismo, los ciclones se clasificarán en depresión tropical cuando los vientos máximos sostenidos promediados en un minuto, sean inferiores a los 63 kilómetros por hora, tormenta tropical si varían  de 63 a 118 kilómetros por hora y huracanes cuando igualen o excedan los 119.
Los huaracanes, dado los cambios aprobados,  tendrán categoría uno si sus vientos máximos sostenidos van de 119 a 153 kilómetros por hora; los de categoría dos serán como hasta ahora los de vientos de hasta 177 kilómetros por hora; y los de categoría tres pueden traer vientos de hasta 208 km/h.  Aquellos con vientos de hasta 251 km/h serán categoría cuatro, y los de categoría cinco a partir de los 252 km/h.
La información al respecto, publicada en la prensa nacional,  incluye los nombres previstos para los ciclones tropicales de este año, y la decisión de retirar en nombre de Sandy a emplear en la temporada de 2018, por los serios daños (147 muertes) aquel fenómeno provocó el pasado año en nuestro país, Estados Unidos, Haití y otras naciones.
El nombre de Sandy será sustituido por Sara, decisión  que en nada me agrada, pero como no soy quién para variarla, al menos les aseguro que rezaré desde ahora para que el que lleve mi nombre sea el ciclón más suave que se haya formado, o en todo caso traiga vientos fuertes y bien cargados de esperanza y hermandad, y  los arremeta con furia en nuestras conciencias y corazones. Tanto precisamos de esos sentimientos en los convulsos tiempos que vivimos.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Clonemos a Agustín




Por Sara Sariol Sosa
He escuchado varias veces a Agustín Alvarez Acosta, mi vecino, declararse inmensamente rico.
Quien lo oiga en eso, y no lo conozca bien, podría asociar su manifestación, por ejemplo, al moscovich que se ganó hace muchos años atrás con su esfuerzo, como trabajador de la empresa de Acueducto y Alcantarillado. Pero no, no se trata de ese carro que muy pocas veces monta, ni de nada material por el estilo, pues él y su familia viven con inmensa sencillez.
La riqueza a la cual hace referencia es a esa manía suya de querer servirle constantemente a quienes conviven cerca de su hogar (muchos de la tercera edad) en las compras del mercado, en la búsqueda diaria del pan y otros menesteres que innegablemente le proporcionan placer.
A veces, apenas acaba de llegar con una jaba de fongos, y vuelve sobre sus pasos, porque alguien también necesita y no lo vio cuando se iba para encàrgarselos.  Y allá va el hombre, que tampoco es tan joven pero está fuerte, no solo sin chistar, sino, además, con una satisfacción asombrosa.
Cuando lo veo ir y venir, y hacer y servir, sin interés material alguno,  pienso en la necesidad indispensable de afianzar en nuestros hijos los más auténticos valores sociales, como escudo frente a los tiempos difíciles que vivimos, y en los cuales  algunos, por conveniencia y sentimientos muy difrentes a los de mi vecino, nada más piensan en la oferta, en el modo de abultar sus finanzas y en resolver solo sus problemas personales, sin mirar para al lado.
Aun cuando he escuchado muchas veces sobre la voluntad estatal de trabajar por rescatar esas valías espirituales, mucho la escuela y la familia tienen por hacer en ese sentido, en el camino de potenciar el pensamiento martiano de fomentar la capacidad del hombre para amar, de despertar el socorro mutuo y abrir el corazón en gestos sinceros de solidaridad con los demás, como la única ley que le otorga al hombre autoridad y hace renacer la esperanza.
El humanismo de José Martí, expresado en su ideario pedagógico, se hace efectivo en estos momentos cruciales, donde la educación juega una importante función en la formación del hombre nuevo. Martí enfatiza que el verdadero objeto de la enseñanza es preparar al hombre para que pueda vivir por sí decorosamente, pero sin perder la gracia y la generosidad del espíritu
Es preciso no solo que recordemos, sino inculquemos más a nuestros pequeños, las enseñanzas que nos legara  en toda su obra epistolar. “Suelo olvidar mi mal cuando curo el mal de los demás”, decía por ese principio suyo invariable que fue la solidaridad humana.
Recordemos más su prédica: Seamos honrados y buenos, cueste lo que cueste, después, seremos ricos, y clonemos a mi vecino. Nos hacen falta muchos Agustin.

La vida contada por glorietas

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La vida contada por glorietas
Por Sara Sariol Sosa
Fotos Luis Carlos Palacios
Acaso a las retretas que llegaron a Cuba, como a Venezuela, Costa Rica y otros muchos países latinoamericanos, con la colonización española, y se arraigaron entre las tradiciones más cultas y populares, se les atribuye, fundamentalmente, el nacimiento de las glorietas.
Se dice que en nuestro país casi la totalidad de las ciudades más importantes se agenciaron las mencionadas funciones musicales al aire libre, encargadas de amenizar sobre todo las jornadas dominicales, y las cuales han sido reconocidas con el transcurrir del tiempo como génesis de las bandas municipales.
Estas últimas lograron mayor auge aquí en la primera mitad del siglo pasado, período en el que su esplendor alcanzó, incluso, a la arquitectura pública, al punto de que no pocas localidades concibieron parques especialmente construidos para la celebración de tales espectáculos culturales.
Así, surgieron esos kioscos en forma de rotonda llamados glorietas, donde en las primeras décadas del 1900, las bandas hacían sus presentaciones. Dichos espacios trascendieron, desde entonces, cual expresión de auténtica fusión de valores culturales y de arquitectura local.
LA EXCELSA
No fue la primera edificada en Cuba, pero la del parque Carlos Manuel de Céspedes, de Manzanillo, es hasta nuestros días reconocida como la más distinguida.
De estilo ecléctico y arte morisco de gran riqueza arquitectónica, la idea del proyecto inicial surge para homenajear al alcalde Manuel Ramírez León, quien declinara la oferta y sugiriera que el dinero fuera empleado en una obra perdurable, que otorgara brillo y belleza a la ciudad.
Cuenta la historia que fue erigida gracias al interés y aporte material de los manzanilleros, y que casi todo el pueblo cooperó, incluidos los maestros de obra, ayudantes y peones.
En tanto los materiales fundamentales fueron importados desde la metrópolis, sin mediación de lucro alguno, y la Colonia Española donó el vítreo escamado de su majestuosa cúpula.
Inaugurada el 24 de junio de 1924 durante las fiestas carnavalescas, su genealogía arquitectónica se remonta al siglo XIII español, pues toma modelo de la existente en el Patio de los Leones, del Palacio de la Alambra.
ATRIBUTOS COMPARTIDOS
Los atributos de la glorieta manzanillera son muy conocidos, porque es esa, sin dudas, la más bella entre todas las cubanas de su tipo.
Y quizás esa preeminencia haya determinado cierto silencio sobre otras de nuestro entorno inmediato que aunque con mayor sencillez en su forma y estilo, igual testimonian el nacimiento de valores culturales en el actual territorio de la provincia de Granma: los municipios de Campechuela, Media Luna y Niquero, también tienen bonitas glorietas.
En Manzanillo, su parque irregular con diferentes dimensiones en sus cuatro lados, por acuerdo del Ayuntamiento cambió el nombre de Plaza de recreo por el actual en 1898.
Para esa fecha también varió la identificación de las calles que lo circundan: Salas pasó a ser Maceo, Valcourt comenzó a nombrarse Merchán, Isabel Segunda se dispuso a conocerse como Masó, y Real asumió el nombre de José Martí. Bustos de esos patricios franquean las cuatro esquinas, y cada uno mira hacia la arteria que tomó su apelativo.
Se piensa que quizás la manzanillera sea la primera calle que en Cuba comenzó a honrar al Maestro; mas, lo que sí está claro es que ese elemento que la signa, es compartido por las restantes glorietas granmenses. Tanto la de la Ciudad del Golfo, como las otras de las localidades costeras, tienen entre las arterias circundantes una llamada Martí y un busto del Apóstol de nuestra independencia.
IGUAL DISTINCIÓN
Por demás, todas tienen igual distinción, y expresan elocuentemente una vitalidad en la cultura y estética urbana de la República.
En Media Luna, el otrora parque municipal, hoy Parque de Los Mártires, fue en la colonia una de las instituciones más importantes, donde se desarrollaban fiestas populares, espacio ideal visitado por jóvenes que hacían de las vueltas a su alrededor, verdaderos rituales de amor.
Hasta 1930 tuvo una glorieta de madera, luego se levantó la de mampostería con ocho columnas y cubierta que pretendía imitar, con discreción, a la manzanillera. Ese año por iniciativa del doctor Manuel Sánchez Silveira, se colocaron los bustos de Martí y Carlos Manuel de Céspedes.
En 1997 se sitúa el de Juan Vitalio Acuña, Comandante del Ejército Rebelde e integrante de la guerrilla del Che en Bolivia; y en 1998 el del joven capitán rebelde Raúl Podio Saborit.
Desde 1990, un monumento rinde tributo a la Heroína de la Sierra y el llano, Celia Sánchez, sentada a la orilla de un riachuelo, y cerca las alpargatas, cual símbolo de la sencillez de su inmensa personalidad.
Campechuela, contó con una banda municipal a partir de 1912, dos años después se construye el parque (hoy 24 de Febrero), y con su reconstrucción en1934, nació su glorieta.
En la década del 50, ese circular espacio, indiscutible símbolo cultural, testigo no solo de las retretas sino también de otros ritos como la diana mambisa, asume una remodelación de toda su estructura, con alcance de la decoración de la cúpula y la jardinería.
Ricardo de Céspedes (sobrino del Padre de la Patria) se nombra el parque de Niquero, localidad de ensueños, refugio de pescadores, y que cautivó por mucho tiempo a visitantes y transeúntes -al menos antes del ensañamiento del ciclón Dennis (mediados del 2005)-, por sus casas de novedoso diseño y de maderas adoloridas por el tiempo.
Su glorieta tiene la dicha de haber sido testigo de las presentaciones del órgano, el cual fue arraigándose en la preferencia cultural de la localidad, ha perdurado hasta nuestros días, y estimula un festival anual que reúne a quienes en varios puntos del territorio aman las melodías obsequiadas por ese instrumento musical por excelencia, de registros o sonidos diversos que se escapan entre cartones perforados.
A la glorieta niquereña, como si poco fuera, le pertenece, asimismo, el privilegio de poder contar la historia; sus columnas pueden hablar de días de pólvora y metralla, en que 82 jóvenes cubanos, con Fidel al frente, vinieron desde Tuxpan, México, desembarcaron por las costas de la localidad y le otorgaron el honorífico título de Portada de la libertad.
Estos cuatro atractivos y seductores pabellones que le nacieron a Granma en el sur, dan cuenta de que en esos sitios costeros, la existencia, desde su surgimiento mismo, cobró elevado vuelo y la gente fue tejiendo costumbres y tradiciones, añejadas por el tiempo.
Darle fuerza a esos valores, quizás no radique en la frecuencia con que se practiquen, sino en imbricarlos con los más recientes, y sobre todo, en que unas y otras generaciones compartan auténticamente, las ideas que les dieron origen.


Bayamo, débito en perpetuidad



Bayamo actual
Sara Sariol Sosa
Foto Luis Carlos Palacios
Cuando en noviembre venidero Bayamo, de raíz india y no española, celebre sus 500 años, incluirá en el recuento de su existencia, obligadamente, esa suerte de débito perenne que le ha correspondido no solo con la historia y la cultura de la nación, sino también con su progreso económico.
Segunda villa española en Cuba, su fundación está vinculada con el poblado de Yara y el intrépido cacique Hatuey, incinerado vivo en la hoguera por guiar la rebelión de los nativos contra los colonizadores.
Fue en esos predios donde quedó asentado San Salvador, nombrado así por la presunción de los conquistadores de que con la muerte del indio rebelde estaba a salvo la conquista.
Mas, aquella barbarie solo consiguió alimentar la leyenda conocida como la Luz de Yara, leyenda que ha trascendido con dos tesis: una relacionada con la india de igual nombre que asediada por los colonizadores se abrazó a Hatuey en medio de las llamas y al quemarse desprendió un inmenso haz; la segunda sostiene que aquel fulgor aparecido en lo alto por las noches, no era sino el gran cacique guiando aún a los nativos a la batalla por su dignificación.
Tiempo después la villa fue traslada al cacicazgo aborigen de Bayamo, presumiblemente establecido por los primitivos 300 años o más antes de la llegada de los españoles, por lo cual entonces –defiende el investigador Aldo Daniel Naranjo- solo fue bautizado forzosamente a la castellana, pues ya existía como población superior y más avanzada a otras de su misma categoría.
Desde entonces a Bayamo, desprovista de costumbres nómadas, y con conocimientos amplios de la cerámica, la pesca, la agricultura, el uso de plantas medicinales y la construcción de bohíos y caneyes, ya la vida le había otorgado un compromiso ineludible con el progreso del marco geográfico donde nació.
BONDADES
Su nueva ubicación buscaba aprovechar, entre otras razones, las bondades del río y de tierras ricas en minerales.
Como Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, fundada un año antes, y las villas que le sucedieron (la Santísima Trinidad, Sancti Spíritu, San Cristóbal de La Habana, Puerto Príncipe y Santiago de Cuba), San Salvador de Bayamo, fue utilizada por los españoles para controlar el territorio conquistado.
Desde estos asentamientos, que en su mayoría cambiaron su primitiva ubicación, iniciaron aquellos la explotación de los recursos de la Isla.
La actividad económica se sustentó en el trabajo de los indígenas, entregados a los colonos por la Corona mediante el sistema de "encomiendas", una especie de concesión personal, revocable y no transmisible, mediante la cual el colono se comprometía a vestir, alimentar y cristianizar al indio a cambio del derecho de hacerlo trabajar en su beneficio.
En estos primeros años de la colonia, fue la minería el renglón económico fundamental, específicamente la extracción de oro, en lo que se emplearon indios encomendados y también esclavos negros que, al decir de los investigadores, se integraron desde muy temprano al conglomerado étnico que siglos después constituiría el pueblo cubano.
Mas, los lavaderos de esa riqueza se extinguieron rápidamente y la población se redujo de manera drástica, incluidos los españoles que llegaron en varias y sucesivas expediciones para la conquista del continente. Fue la ganadería la que se ubicó entonces en la principal fuente de riqueza aquí y en toda Cuba.
En lugar del oro, la carne salada y los cueros constituyeron las mercancías casi exclusivas con que los escasos colonos se incorporaron a los circuitos comerciales del naciente imperio español.
Para ese momento, Cuba y sus villas no pudieron escapar al saqueo de corsarios y filibusteros franceses, holandeses e ingleses que asolaron el Caribe, capturaron navíos y desvalijaron ciudades y poblados, piratería que condujo a guerras, y sin embargo, arrojó sus ventajas.
Para resguardar el comercio, España decidió organizar grandes flotas que tendrían como punto de escala obligado el puerto de La Habana, estratégicamente situado al inicio de la corriente del Golfo.
Las frecuentes visitas de comerciantes y viajeros, y los recursos destinados a financiar la construcción y defensa de las fortificaciones (tal fue el caso del Castillo del Morro) que guarnecían la bahía habanera, se convertirían en una vital fuente de ingresos para Cuba.
Pero los pobladores de las regiones alejadas, excluidos de tales beneficios, se vieron obligados a apelar a un lucrativo comercio de contrabando.
Para evitar esos intercambios, las autoridades coloniales terminaron por enfrentarse a los vecinos, principalmente los de la villa de Bayamo, quienes con su sublevación de 1603, expresaron sus intereses contrarios a los del gobierno metropolitano.
En esa disputa se inspiró el poema Espejo de Paciencia, documento originario de la historia literaria cubana.
Hacia 1868 el país se encontraba ante una posible crisis sin solución bajo la dominación española, por la existencia de la esclavitud en la industria azucarera, la cual había tomado auge, y las crisis económicas mundiales de 1857 y 1866, que provocaron la caída de los precios del azúcar.
Tributaron, asimismo, a tal situación la supresión casi total de los créditos, en momentos en que era preciso un intenso proceso inversionista para modernizar técnicamente la producción azucarera. Pero a España, enfrascada en la reconquista de territorios latinoamericanos, y al margen de las necesidades económicas de la Isla, solo le interesaba resolver sus dificultades a costa de sus colonias.
La explotación económica en que España mantenía sumida a Cuba, se agravó, y llegó a ser crítica en el centro y oriente del país. Bayamo, poseedor de un sentimiento nacional más avanzado, con respecto a otras zonas cubanas, también respondió primero a esa batalla por el progreso.
EL MISMO DÉBITO
Fue a partir de los años 40 y en lo fundamental después de 1959, que la ciudad muestra un crecimiento importante en todas las esferas económicas y sociales.
Corroboran tal ascenso el gran número de entidades levantadas en este sector (55 empresas, 49 unidades presupuestadas y 56 establecimientos), dedicadas a la producción de cultivos varios, elementos mecánicos, arroz, azúcar, tabacos, galletas, lácteos, materiales de la construcción, surtidos cárnicos, bebidas, refrescos, huevos, carne de ave, porcina y vacuna…
Todas esas organizaciones, muchas de las cuales garantizan producciones exclusivas en el país, como líquidos orales y algunos productos lácteos, están integradas hoy en una coherente estrategia para elevar los niveles de vida del pueblo.
El pasado año, el municipio, el de mayor importancia de la provincia de Granma, con un peso fundamental en la economía territorial, se posesionó como el primero en alcanzar superávit económico, amén de cuánto le falta por conseguir en el camino de la eficiencia, la productividad, y la responsabilidad de algunas entidades que no logran concretar sus metas.
Al menos hasta noviembre, cuando la ciudad cumplió sus 499 años, alcanzó una producción mercantil de 815 millones 582 mil 200 pesos, con un crecimiento significativo con respecto a lo proyectado y lo real alcanzado en igual etapa precedente; creció 2,6 por ciento en la productividad y excedió las exportaciones, por solo citar algunos indicadores y renglones.
Pero Bayamo, a las puertas de sus cinco siglos de existencia, se ha propuesto aprovechar más sus potencialidades económicas y sus fortalezas humanas, un débito que le asiste desde el instante mismo de su nacimiento, pues fue, es, y seguirá siendo, el timonel de Granma.