La
vida contada por glorietas
Por
Sara Sariol Sosa
Fotos
Luis Carlos Palacios
Acaso
a las retretas que llegaron a Cuba, como a Venezuela, Costa Rica y
otros muchos países latinoamericanos, con la colonización española,
y se arraigaron entre las tradiciones
más cultas y populares, se les atribuye, fundamentalmente, el
nacimiento de las glorietas.
Se
dice que en nuestro país casi la totalidad de las ciudades más
importantes se agenciaron las mencionadas funciones musicales al aire
libre, encargadas de amenizar sobre
todo
las jornadas dominicales, y
las cuales han sido reconocidas con el transcurrir del tiempo como
génesis de las bandas municipales.
Estas
últimas lograron mayor auge aquí en la primera mitad del siglo
pasado, período en el que su esplendor alcanzó, incluso, a la
arquitectura pública, al punto de que no pocas localidades
concibieron parques especialmente construidos para la celebración
de tales espectáculos culturales.
Así,
surgieron esos kioscos en forma de rotonda llamados glorietas, donde
en las
primeras décadas del 1900, las bandas hacían sus presentaciones.
Dichos espacios trascendieron, desde entonces, cual expresión de
auténtica fusión de valores culturales y de arquitectura local.
LA
EXCELSA
No
fue la primera edificada en Cuba, pero la del parque Carlos Manuel de
Céspedes, de Manzanillo, es hasta nuestros días reconocida como la
más distinguida.
De
estilo ecléctico y arte morisco de gran riqueza arquitectónica, la
idea del proyecto inicial surge para homenajear al alcalde Manuel
Ramírez León, quien declinara la oferta y sugiriera que el dinero
fuera empleado en una obra perdurable, que otorgara brillo y belleza
a la ciudad.
Cuenta
la historia que fue erigida gracias al interés y aporte material de
los manzanilleros, y que casi todo el pueblo cooperó, incluidos los
maestros de obra, ayudantes y peones.
En
tanto los materiales fundamentales fueron importados desde la
metrópolis, sin mediación de lucro alguno, y la Colonia Española
donó el vítreo escamado de su majestuosa cúpula.
Inaugurada
el 24 de junio de 1924 durante las fiestas carnavalescas, su
genealogía arquitectónica se remonta al siglo XIII español, pues
toma modelo de la existente en el Patio de los Leones, del Palacio de
la Alambra.
ATRIBUTOS
COMPARTIDOS
Los
atributos de la glorieta manzanillera son muy conocidos, porque es
esa, sin dudas, la más bella entre todas las cubanas de su tipo.
Y
quizás esa preeminencia haya determinado cierto silencio sobre otras
de nuestro entorno inmediato que aunque con mayor sencillez en su
forma y estilo, igual testimonian el nacimiento de valores
culturales en el actual territorio de la provincia de Granma: los
municipios de Campechuela, Media Luna y Niquero, también
tienen bonitas glorietas.
En
Manzanillo, su parque irregular con diferentes dimensiones en sus
cuatro lados, por
acuerdo
del Ayuntamiento cambió el nombre de Plaza de recreo
por
el
actual en 1898.
Para
esa fecha también varió
la identificación de las calles que lo circundan: Salas pasó a ser
Maceo, Valcourt comenzó a nombrarse Merchán, Isabel Segunda se
dispuso a conocerse como Masó, y Real asumió el nombre de José
Martí. Bustos de esos patricios franquean las cuatro esquinas, y
cada uno mira hacia la arteria que tomó su apelativo.
Se
piensa que quizás la manzanillera sea la primera calle que en Cuba
comenzó a honrar al Maestro; mas, lo que sí está claro es que ese
elemento que la signa, es compartido por las restantes glorietas
granmenses. Tanto la de la Ciudad del Golfo, como las otras de las
localidades costeras, tienen entre las arterias circundantes una
llamada Martí y un busto del Apóstol de nuestra independencia.
IGUAL
DISTINCIÓN
Por
demás, todas tienen igual distinción, y expresan elocuentemente una
vitalidad en la cultura y estética urbana de la República.
En
Media Luna, el otrora parque municipal, hoy Parque de Los Mártires,
fue en la colonia una de las instituciones más importantes, donde se
desarrollaban fiestas populares, espacio ideal visitado por jóvenes
que hacían de las vueltas a su alrededor, verdaderos rituales de
amor.
Hasta
1930 tuvo una glorieta de madera, luego se levantó la de mampostería
con ocho columnas y cubierta que pretendía imitar, con discreción,
a la manzanillera. Ese año por iniciativa del doctor Manuel Sánchez
Silveira, se colocaron los bustos de Martí y Carlos Manuel de
Céspedes.
En
1997 se sitúa el de Juan Vitalio Acuña, Comandante del Ejército
Rebelde e integrante de la guerrilla del Che en Bolivia; y en 1998 el
del joven capitán rebelde Raúl Podio Saborit.
Desde
1990, un monumento rinde tributo a la Heroína de la Sierra y el
llano, Celia Sánchez, sentada a la orilla de un riachuelo, y cerca
las alpargatas, cual símbolo de la sencillez de su inmensa
personalidad.
Campechuela,
contó con una banda municipal a partir de 1912, dos años después
se construye el parque (hoy 24 de Febrero), y con su reconstrucción
en1934, nació su glorieta.
En
la década del 50, ese circular espacio, indiscutible símbolo
cultural, testigo no solo de las retretas
sino también de otros
ritos
como la diana mambisa, asume una remodelación de toda su estructura,
con alcance de la decoración de la cúpula y la jardinería.
Ricardo
de Céspedes (sobrino del Padre de la Patria) se nombra el parque de
Niquero, localidad de ensueños, refugio de pescadores, y que cautivó
por mucho tiempo a visitantes y transeúntes -al menos antes del
ensañamiento del ciclón Dennis (mediados del 2005)-, por sus casas
de novedoso diseño y de maderas adoloridas por el tiempo.
Su
glorieta tiene la dicha de haber sido testigo de las presentaciones
del órgano, el cual fue arraigándose en la preferencia cultural de
la localidad, ha perdurado hasta nuestros días, y estimula un
festival anual que reúne a quienes en varios puntos del territorio
aman las melodías obsequiadas por ese instrumento musical por
excelencia, de registros o sonidos diversos que se escapan entre
cartones perforados.
A
la glorieta niquereña, como si poco fuera, le pertenece, asimismo,
el privilegio de poder contar la historia; sus columnas pueden hablar
de días de pólvora y metralla, en que 82 jóvenes cubanos, con
Fidel al frente, vinieron desde Tuxpan, México, desembarcaron por
las costas de la localidad y le otorgaron el honorífico título de
Portada de la libertad.
Estos
cuatro atractivos y seductores pabellones que le nacieron a Granma en
el sur, dan cuenta de que en esos sitios costeros, la existencia,
desde su surgimiento mismo, cobró elevado vuelo y la gente fue
tejiendo costumbres y tradiciones,
añejadas por el tiempo.
Darle
fuerza a esos valores, quizás no radique en la frecuencia con que se
practiquen, sino en imbricarlos con los más recientes, y sobre todo,
en que unas y otras generaciones compartan auténticamente, las ideas
que les dieron origen.
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